jueves, 21 de mayo de 2009

Antígona Sófocles – Anouilh

Jean Anouilh nació el 23 de junio de 1910 en Burdeos, Francia.
Escribió la mayor parte de su obra en el período comprendido entre las dos
guerras mundiales; justamente en 1944 publica su "Antígona", en donde retoma la tragedia tratada por los antiguos trágicos griegos, basada en un fragmento del mito
de los labdácidas acerca de una de las hijas de Edipo.
A través de ésta, reproduce algunos de los
conflictos que atraviesan toda su obra: el rechazo de la felicidad si el precio
es entregarse a la mediocridad y a la hipocresía, y la lucha entre el mundo de los puros y los corrompidos.
Anouilh, utiliza entonces como base para su tragedia, aquélla escrita por Sófocles, pero realizando sobre ella algunas significativas modificaciones.
"Y además, la tragedia es tranquilizadora porque se sabe que no hay más esperanza"
El primer punto sobre el cual establece una clara diferencia es sobre el Coro y su
función
. El coro, en la versión de Anouilh, tiene una participación muy restringida; incluso sus partes son bastante resumidas.
Su primera aparición, se da ya entrada la obra; el dramaturgo se aleja de la
estructura clásica de episodios y estásimos y acaso se puede decir que sólo conserva de ella un prólogo casi euripidiano, donde se exponen las circunstancias y los antecedentes de la acción
. En su, por así llamarlo, párodos, se reduce a hablar acerca de la tragedia misma y compararla con el drama.
Esta mención es acaso posible casi veinticinco siglos después del nacimiento de la tragedia; así, el coro se aleja de la acción y habla de cosas lejanas para los personajes.
Sus próximas apariciones son breves y en conversación con los personajes, se podría decir que toma la forma del corifeo. Tendrá hasta el fin de la obra, dos papeles.
En principio, actúa como
conciencia de Creonte. Dice todo lo que el rey se niega a escuchar; lo aconseja en lo que él ya sabe y contra lo que su papel de tirano lo obliga a lucsohar (no acaso su humanidad, y ahí yace su gran conflicto
).
Al final, toma el coro la voz del autor para, una vez terminada la tragedia, ofrecer su epílogo fúnebre.

"No quedan más que los guardias. A ellos todo esto les da lo mismo..."
La inclusión de los guardias es otra
innovación muy interesante de Anouilh; estos personajes, como quedan evidenciados en el prólogo, con esposas, hijos e incluso olor, toman a diferencia de los secundarísimos personajes de Sófocles, tres dimensiones: son más humanos, tienen deseos, miedos, ironía, conflicto
.
Acorde con el curso de la
historia de los últimos siglos, aquellos personajes de clase
social baja, siempre desplazados del centro de la historia, toman un importante protagonismo.
"Una mañana me desperté siendo rey de Tebas"
Persiguiendo la profundización de los personajes, Anouilh,
muestra a Ismene como una hermosa mujer envidiada por su no tan agraciada hermana; la competencia de las dos hermanas por Hemón; las discusiones de Ant
ígona con su prometido.
Pero una de las más interesantes variantes introducidas por el dramaturgo es el poderoso conflicto interno de Creonte y por tanto, el ofrecimiento del Rey a Antígona de salvar su vida, hecho impensable en los personajes más bien lineales de Sófocles.
Este hecho es utilizado por el autor para remarcar la profunda convicción de su heroína. Creonte, tendrá que utilizar sus más sucios argumentos y ni aún así, podrá evitar que Antígona dé su vida.
"Porque tu Polinice, esa sombra desconsolada y ese cuerpo que se descompone entre sus guardias, y todo ese patetismo que te inflama, no es más que un lío político"
Lejos ya en el
tiempo, del paradigma mágico- religioso, Anouilh nos introduce en un conflicto político y ético, perfectamente transferible al mundo que nos rodea. Olvida ya el autor, las nubes de polvo, el sacrilegio a la patria y las leyes
divinas.
Creonte mantiene el cuerpo descomponiéndose a la
luz del sol como bandera ante sus enemigos políticos y ante su pueblo, como lección; es más, si fuera por él, lo enterraría "aunque más no fuera por higiene
". Incluso, para él, lo mismo hubiera sido Polinices que Etéocles al que se le hubiera negado el entierro.
El reclamo de Antígona es humano, para con el cuerpo de un ser querido que ha sufrido una
muerte
indigna e injusta, por asuntos que no comprende ni desea comprender. Y así, su discusión termina tornando alrededor del papel que debe tomar el gobernante para con su pueblo cuando las leyes que organizan se contradicen con el cariño y la justa reivindicación humana y humanitaria.
Antígona, heroína eterna, está dispuesta a morir por esa reivindicación y lo hace; rechaza la hipocresía y la mediocre felicidad sabiendo que hizo lo incorrecto, Antígona dice que no. Y esta negación desencadena los hechos ya conocidos, el
suicidio
de su prometido, de la madre de su prometido. Al igual que en la obra de Sófocles, todos estos hechos patéticos suceden detrás de escena.
"Uno toma el timón, se yergue frente a la montaña de
agua
, grita una orden y dispara al montón, al primero que dé un paso"
"Estoy aquí para decirle que no y para morir"
Es sobre la
estructura
de Sófocles que Anouilh traza su obra. ¿Y cuál es la base en común que ambos comparten?
La hybris, tanto de Antígona como de Creonte. En ambos casos, la hybris de Antígona es de índole cívica: se rebela contra las leyes de su ciudad y contra su gobernante; la hybris de Creonte es entonces religiosa o, en el caso de la obra de Anouilh,
moral
, quien niega un derecho inherente al ser humano.
Tal vez a diferencia de la tragedia de Sófocles, en la tragedia de Anouilh, es más posible apreciar la hamartía de ambos personajes. Antígona, rechaza implacablemente (hasta se podría decir "caprichosamente") la posibilidad de seguir viviendo e insulta descaradamente al Rey, lo llama "cocinero", lo provoca, lo amenaza.
En el caso de Creonte, se evidencia más el
costo psicológico de enviar a su sobrina y a la prometida de su hijo a la muerte, justamente por la resistencia
a hacerlo. Este costo, hace que su hamartía resulte aún más trágica.
"Todos llevaremos esa llaga en el costado durante siglos"
Durante
la segunda Guerra Mundial y desde diversos puntos de vista, surgieron numerosas versiones del mito
de Antígona.
Hay características en esta obra que hacen que sea más atemporal que casi ninguna otra tragedia griega y por tanto más actual que nunca: la heroína que se enfrenta, ella sola, contra todo el
poder establecido; la lucha de la moral religiosa (o tal vez, más exactamente y más atemporal: lo humano) contra el orden arbitrario y en este caso político o tiránico; a diferencia del caso de su padre signado por un destino ineludible, el ejercicio por parte de Antígona de su libertad
individual; y por último, la importancia del cumplimiento de los ritos para con los restos de los muertos como bandera de lucha contra la injusticia de su muerte.
Todos estos temas, entre tanta
guerra y dictadura, son claramente visibles para los hombres del siglo XX y resignifican aquella fábula que conmovió al pueblo griego, más de cuatrocientos años antes de Cristo.

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