- La visión de la mujer ganada por la moralina del folletín ¿es solo una crítica de esa condición o esos personajes se enfrentan de algún modo, al medio?
- Mi hipótesis –y esto es válido para el folletín y para la narrativa de Puig- es que la lectura de la novela rosa o la audición del radioteatro separa a la mujer del universo horrible de su vida cotidiana, un universo despojado de posibilidades de belleza, fantasía e imaginación, para decirlo con términos del folletín. Separa a la mujer y le permite una venganza simbólica, una felicidad que no está presente en su cotidianeidad liga a la reproducción y a la conservación de la casa, a aquello que ni Nené ni Ema Bovary soportan. Frente al mundo de lo repetido, el mundo de lo excepcional les proporciona una fuerte compensación simbólica. Esto se ve en Puig no sólo en personajes femeninos sino también en otros como Toto, el narrador de La traición..., o el homosexual, abrumado por la escisión moral y el encierro, en El beso... Así se defienden sus personajes.
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